La revista The Economist en su portada del 17 de septiembre de 2005 proclamó la muerte del negocio telefónico en manos de Internet. Al contemplar la desaparición del negocio de larga distancia y los operadores dedicados a él, es poco lo que se puede argumentar en contra al artículo, sin embargo, The Economist se equivoca al creer que los operadores móviles la pasarán peor que sus contrapartes fijos en los años que vienen. Es la intención de este artículo demostrar por qué.
Primero el hecho. The Economist parte de la opinión de una firma de capital de acuerdo a la cual los ingresos de los operadores celulares dependen de al menos un 80% de los servicios de voz, lo que los hace particularmente vulnerables en un mundo donde la voz será una aplicación casi gratuita transportada sobre redes de datos como Internet. Sí, la proporción citada es correcta, pero la conclusión es errónea, la industria de la telefonía móvil ha sido y será más o menos inmune al proceso de “comoditización” que han sufrido los servicios fijos por las siguientes razones:
- Las redes celulares aún son dueñas de sus destinos y lo serán por algunos años. A diferencia de los operadores fijos que han sufrido la amenaza que representan las empresas de cable o los servicios como Vonage/Skype, los operadores móviles prácticamente no han sufrido amenaza exógena significativa a sus modelos de negocios. Si en Europa algunas celulares entraron en una debacle fue por su propia culpa al sobre estimar el valor de frecuencias de tercera generación, no por la entrada de una punto-com llevando los precios al piso. Por años, la que podría ser la única amenaza real, Wi-Max, no ha dejado que ser algo más que buenos deseos expresados en archivos Powerpoint o en boletines de prensa.
- Wi-Max no es causa, es sólo un efecto más de una revolución donde los operadores celulares ya son HOY protagonistas. Es probable que algunos años Wi-Max sea percibido como el gran disruptor de la red celular tradicional y eso será un error, tal y como hoy es un error considerar a empresas como Vonage como el origen de una nueva revolución. Vonage y Skype son sólo algunas de las consecuencias generadas por la adopción de IP como el protocolo universal para las telecomunicaciones. Es precisamente este movimiento universal a favor de IP que genera consecuencias como el interés en Wi-Max, sólo que para cuando Wi-Max móvil sea una realidad (¿2007?), las tecnologías celulares de banda ancha habrán cumplido casi 5 años en el mercado y pasarán más años antes de que aparezcan dispositivos Wi-Max similares a un handset celular.
- La principal fuente de innovación en el mercado móvil… sigue siendo el operador móvil. Las empresas celulares llevan años invirtiendo en redes de Tercera Generación y servicios de datos. Los operadores fijos invirtieron en DSL sólo como respuesta a la amenaza del cable o buscando el ingreso que originalmente pertenecía a ISPs independientes como AOL en EU, Tiscali en Europa o UOL en Brasil.
CONCLUSIÓN: El acceso será predominantemente móvil. De acuerdo a The Economist (y éste es el grave error de juicio del artículo) en un mundo IP, sólo los operadores fijos que cuentan con líneas DSL estarán en condiciones de sobrevivir. Sí, la tendencia hacia la adopción de las redes IP puede relegar a los operadores móviles a simples proveedores de acceso. Pero qué fácil olvida The Economist que hoy los usuarios están reemplazando sus líneas fijas de telefonía por líneas móviles, si el mundo de la telefonía tradicional es predominantemente móvil, ¿por qué pensar que en el mundo de las telecomunicaciones IP será dominado por líneas DSL?, o peor aún, declarar la muerte del operador móvil. En su ejercicio de análisis, The Economist parece no haberse planteado esas preguntas.